Mi ángel
- Etty Kaufmann Kappari
- 21 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Por Etty Kaufmann Kappari
Dame un toque para encender la luz que aquí es muy oscuro, eso es lo malo, pero
la verdad no me quejo, porque en este pabellón estamos mejor mi hijo y yo. Aquí
no somos tantas y hay menos conflicto. Vení para que veás lo que me dieron en el
baby shower, ve qué lindo todo. Esta cobija y este osito. Y los custodios y las otras
chicas me ayudan montones, me alzan al niño cuando me tengo que ir a bañar,
me lo cuidan mientras estudio. Las profes también lo arrullan cuando estamos en
clase, ¿querés alzarlo?
De no tener a nadie se me hizo una familia. Todo mundo tiene que ver con mi hijo.
Se llama Ángel. Entonces, vieras la suerte. A la profe de arte se le ocurrió que por
qué no pasarnos a mí y a otra güila que también tiene bebé a aquellas celdas de
arriba, más iluminadas, que me dijeron que era malo para el niño lo oscuro, que
parece que los ojitos del niño necesitan luz del día para desarrollarse, entonces sí,
están tramitando para pasarnos. Toda esa bendición la trajo mi niño.
Este pequeño lo cambió todo y no solo para mí. ¿Ve aquella chavala? No tiene
quién la visite, entonces cuando alza a Ángel le cambia la cara y el custodio, que
es de Corcovado, viera ese, babea cada vez que lo alza, que es que su esposa y
sus hijos viven allá lejos y los ve poco. Él dice que cuando yo cumpla sentencia
nos va a invitar a conocer allá, que es como el paraíso en la tierra, ¿será?
Ángel es buenísimo. Apenas avisa con un quejido cuando tiene hambre y
entonces, no importa dónde esté, le doy la teta. Al principio dolía mucho,
demasiado, él lloraba y yo también lloraba. Pero ya no.
Cuando le doy de mamar, eso sí, me da un poco de tristeza. Como me dieron
siete de condena, cuando Ángel cumpla tres me lo quitan. Se lo llevan. Que dicen
que aquí no puede estar. Pero yo digo, ¿por qué no? Decime vos, ¿por qué no? Y
lo que me dicen es que eso dice la ley.
Entonces con solo imaginarme que se llevan a mi Ángel, a mí me da algo. La profe
no me dice nada, pero yo sé que ella está moviendo cosas, hablando con la gente.
El problema fue el delito, un problema en el que nos metimos. Pero sobre todo
porque ese tipo de delito a los jueces les da escalofríos.
Además, ellos no saben, pero desde que Ángel nació yo soy otra persona
totalmente otra. Ya no tengo la rabia esa que tenía. Ya no le seguiría los pasos al
que era mi novio, eso quedó en el pasado.
Es que también eso, que yo era muy chiquilla y entonces no tenía experiencia
cuando pasó lo que pasó. Eso a nadie le importó en el juzgado. Que el muchacho
con el que yo andaba, el papá biológico de Ángel, él tenía treinta y cinco y yo
quince en el momento del problema. Entonces yo pensaba que él se las sabía
todas, yo estaba enamorada, hacía todo lo que me pedía, le creía todo lo que me
decía.
Viera las cosas que salieron en los periódicos, “homicidio perpetrado por pareja, él
un joven de treinta y cinco y ella, una mujer de quince”, eso decían.
Entonces, la profe de arte leía esas cosas y se enfurecía y decía que así no eran
las cosas. “¡Usemos bien las palabras por favor! Se dice adolescente de quince, a-
d-o-l-e-s-c-e-n-t-e. Y hombre de treinta y cinco. ¡Y además eso de “pareja” es
cuestionable, porque con esa diferencia de edades más que una relación parece
una desproporción! Como decir entre caperucita roja y el lobo feroz.”
Yo me reía de verla a la profe hablando así. Ojalá mi familia me hubiera defendido
así. La viera a la profe protegiéndome.
Y tampoco tenía apoyo de mi tata. Qué va, viera el montón de plata que le daba el
bar que tenía y otros negocios, ¿y para mí? Nada. Que no, que no, que no. El “no”
le salía facilito.
Al que era mi novio y a mí nos daba rabia que mi tata no nos diera plata. Es que a
mi tata no le parecía que yo anduviera con ese “huevón”, así le decía.
Yo no voy a negar que el plan lo hicimos entre los dos, aunque no me acuerdo a
quién se le ocurrió primero. Hablando y hablando, hablando y hablando. Yo ya
estaba embarazada, llevábamos un tiempo juntos, mi novio y yo.
Además, nunca quisimos que las cosas terminaran así, eso se lo puedo asegurar.
Esa no era la intención.
Vea, ya Ángel con hambre de nuevo, ¿ve cómo se porta de bien?
¿Qué le iba diciendo?
Qué importa ya eso, ¿verdad? Ahora tengo mi propia familia y eso, se lo juro, eso
no lo pongo en peligro por nada, de nada, de nada en el mundo. Ni por el huevón,
ni por la memoria de mi tata, ni por nadie.





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